No existe peor pobreza que la que no permite ganarse el pan

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El verdadero camino hacia la realización colectiva y personal es a través del trabajo. La generación de puestos de empleo, tanto para los jóvenes como para los padres y madres de familia, constituye la mejor solución para una herida social que se ha manifestado a través de la desigualdad y la exclusión.

La desocupación amplía las fronteras de la pobreza, y es deber constitutivo del justicialismo consolidar una visión social que contemple la lucha contra la pobreza y la desigualdad.

No existe peor pobreza que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo. Los subsidios no pueden compensar la falta de empleo, que incide en la dignidad, la autoestima y la esperanza de las familias que integran nuestra comunidad.

El Estado no puede entenderse como un vehículo para alimentar una desocupación disfrazada, pero mucho menos para que el costo a reducir sea el pan en la mesa  de los trabajadores y los más humildes. No podemos permitir un Estado que financie a quien no trabaja, pero rechazamos la estigmatización a la que se somete a los empleados estatales para justificar arbitrariedades y despidos.

Debemos ser, como oposición, facilitadores de un Estado que permita la articulación entre los sectores público y privado, con los generadores de conocimiento -las universidades- para dirigir todos los esfuerzos a continuar por el camino de la generación de puestos de empleo.

Las primeras medidas del presidente Macri están orientadas a aumentar la pobreza y el desempleo: una enorme cantidad de despidos en el sector público (más de 22.000 y contando) y su correlato en el mundo privado, con el objetivo de disminuir la carga salarial. A ello se suma una devaluación superior al 40%, que ha provocado una tasa de inflación del 6% al 9% y un alza promedio de más del 20% en bienes de la canasta básica de alimentos. El resultado inexorable de estas políticas es la caída del poder adquisitivo de los sectores populares.

La economía debe estar al servicio de los pueblos: o la maneja el Estado en beneficio de las mayorías o lo hace el mercado a favor de los grandes consorcios.

Seremos la oposición constructiva que hubiésemos deseado tener, pero como dice el Papa Francisco, cuando el mundo se duerme en la comodidad y el egoísmo, la misión del cristiano es ayudar a despertarlo.

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Tomás Domínguez

Lic en Psicología - Posgrado y Máster en Comunicación Política. Militante peronista.