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Este sábado, en el marco de una visita al distrito de Escobar, el Gobernador de Córdoba y precandidato presidencial, José Manuel de la Sota, fue recibido por el diputado-intendente del Frente Renovador Sandro Guzmán, junto con el presidente del Concejo Deliberante, Elio Miranda. En ella mantuvo una reunión informal pero en la que gravitaron principalmente los temas de neto corte político. En esa charla Guzmán y de la Sota coincidieron en la necesidad de articular políticas públicas y en la importancia de mantener un diálogo de unidad entre los diferentes sectores políticos. Al finalizar el cónclave, De la Sota declaró: «Yo espero ser un Presidente con un gobierno de integración nacional. Quiero ser un Presidente que sepa escuchar, pero que tenga fortaleza para conducir».
Pese a estas reuniones, pueden advertirse movimientos de otro tipo en el palacio municipal. El intendente interino Walter Blanco decidió efectuar algunos cambios en su gabinete que comenzarán a regir el 1° de diciembre, precisamente unos días antes del retorno de Guzmán. En ese orden de ideas, la creación la Secretaría de Desarrollo Local y Promoción Turística y Cultural, que estará a cargo del actual secretario de Gobierno implica un nuevo titular de dicha Secretaría. Por otra parte, Blanco diseñó otra cartera con rango de secretaría que estará abocada a los ingresos públicos del Municipio y que tendrá como responsable a quien hasta el momento se desempeña como secretaria de Hacienda e Ingresos Públicos, cartera que a partir del próximo mes tendrá también otro titular. Otro de los cambios anunciados es el del titular de la Subsecretaría de Deportes.
Más allá de la relevancia o no de nombres propios, vemos cómo estas designaciones constituyen una ofensiva de Blanco, en un intento por condicionar su salida y el regreso de Guzmán. Haciendo más decoroso (o quizás beneficioso) el abandono del palacio, intentando neutralizar alguna posible purga o ataque de Guzmán. O en el peor de los casos, de existir algo de esto, que el diputado-intendente pague algún costo político al efectuarlo.
Con esto vemos que, lejos de avanzar en un buen sentido hacia 2015, Sergio Massa y sus aliados no paran de sumar contratiempos. Se visualiza cómo lo que se esperaba sea un franco avance se tornó una situación empantanada, donde cada movimiento del amperímetro cuesta cuantiosos esfuerzos y costos políticos elevados.
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