Por Daniel Ezcurra: «Hacer l@s american@s. Una tarea vital»

Es regla que comunmente ni siquiera podamos pensar en las consecuencias de tres siglos de dominación colonial militar, política, económica, cultural, patriarcal y religiosa. Eso nos habla de la vitalidad cultural del proceso de conquista.

Creer qué esa relación desigual fue neutra o un «aporte al enriquecimiento cultural» nos desarma frente a los actuales imposiciones coloniales e imperiales. El reloj de la historia no se puede volver atrás pero tampoco se pueden negar sus consecuencias.

Tomando un ejemplo actual; China resurge cómo potencia después de 100 años de humillación colonial iniciada en las Guerras del Opio no asimilándose a los occidentales… sino reafirmando su especificidad como pueblo.

Hay un «hispanismo» pero también un «indigenismo» que funcionan en espejo como juego de suma cero, en el espacio de unas repúblicas balcanizadas que no pudieron concretar sus promesas. Su consecuencia es el denigratorio desarme cultural que nos debilita para asumir con fuerza los desafíos del presente.

Ya Simón Bolívar había dado cuenta que somos «una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles». Y eso sin contar con el importante aporte de l@s esclavizad@s provenientes del continente africano.

Esa frase del Libertador comienza diciendo «no somos indios ni europeos». Jugando con la sentencia jauretcheana podemos decir que no somos ni civilización ni barbarie… es decir ni continuidad de las magníficas civilizaciones que florecieron en nuestro continente ni, por nuestra posición subordinada posterior, gozosos de los logros europeos.

Definir quienes somos es una necesidad vital, una disputa epistemológica y política situada que debe rechazar la remisión al mundo de las escencias. Parafraseando a una de las figuras de la unificación italiana, Massimo d’Azeglio podemos decir: Ya tenemos América, ahora hagamos a l@s american@s.

Ni crisol ni escencialismo. «Hacer l@s american@s» es asumir la tarea de unir en un mosaico, en pie de igualdad, todos los componentes de nuestra trayectoria vital y asumir el resultado como un indispensable ejercicio de autoafirmación.

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