Una vez que el escenario del FPV quedó allanado de cara a las PASO, en el discurso público se empezaron a tejer un sinnúmero de hipótesis acerca de qué significaba esta interna: se la comparó con la de 1989, se dijo que Randazzo era el candidato de Cristina, que el número de precandidatos bajó a dos para perjudicar a Scioli; hasta aparecieron quienes todavía esperan una patada al tablero en el día del cierre de listas que eche por la borda el escenario actual.
La única diseñadora electoral del kirchnerismo es la presidenta. Ella decidió que este sea un juego de dos, y no sólo eso; ella eligió que sea un juego de ellos dos. Tras una reunión con los gobernadores en Casa Rosada, Cristina instó a “darse un baño de humildad” a los precandidatos que no medían. Los resultados fueron rápidos y concretos: una semana después la interna del FPV contaba solo con dos postulantes.
De Scioli no hace falta decir mucho, las diferencias con la presidenta y el kirchnerismo duro están a la vista de cualquiera. El gobernador tiende a mencionarla poco, es más moderado a la hora de levantar las banderas del kirchnerismo y ha coqueteado con la oposición en más de una ocasión: no hace falta ir muy atrás en el tiempo para ver al gobernador en un evento organizado por Clarín o en la mesa de negociación con Sergio Massa hasta los minutos previos al cierre de listas de las legislativas. Estos gestos de Scioli enervan a la casa rosada y a los sectores más afines. No sólo no le tienen confianza sino que ven en Scioli un estereotipo absolutamente distinto a los valores que se han construido en los últimos doce años: es un fiel representante del status quo noventista.
El objeto de análisis más complejo, sin duda, es la presencia de Florencio Randazzo en la contienda electoral. El ministro del interior es un hombre con origen en el duhaldismo y que, dentro del kirchnerismo, ha sabido ejecutar de manera muy eficiente una inversión histórica del gobierno nacional en materia ferroviaria. Fue hábil para explotar su imagen tanto con los trenes como con los DNI, que le dieron un conocimiento a nivel nacional. Esta situación se presta fácilmente para la confusión, las eternas disputas entre la rosada y Scioli, automáticamente, visten a su rival como el heredero de Cristina, o como “el candidato del proyecto”.
Cuesta creer que esto sea así, nunca tuvo apoyos explícitos de ningún sector del kirchnerismo duro, tampoco de Cristina y en la campaña mostró un comportamiento muy alejado de lo que quería la Casa Rosada. El ministro recurrió constantemente a destrozar a su competidor en la interna sin ahorrarse ningún agravio: lo vinculó con los buitres, lo quiso posicionar como el candidato de Clarín y hasta cometió una torpeza infantil como decirle “manco” e imitarlo de manera burlona frente a la gente de Carta Abierta. Ninguno de estos pronunciamientos gustaron y muchos dirigentes cercanos a la Presidenta, como Aníbal Fernández, criticaron categóricamente la actitud.
Cae de maduro, entonces, que Randazzo no es el candidato oficial. La ingeniería electoral no está puesta en función de que gane uno u otro. La estrategia es la interna. Caída la idea de un candidato del riñón, Cristina siguió el manual y puso en frente de Scioli al que más medía, no a su favorito. El objetivo no es que él gane. Los cañones apuntan a una interna competitva, atractiva para el electorado, con una boleta muy pesada en la provincia de Buenos Aires y con serias posibilidades de dar un golpe de efecto en las PASO de agosto.
Todos los precandidatos a gobernador de la provincia de Buenos Aires irán con ambos candidatos a presidente y lo propio harán los precandidatos a Intendente por cada municipio. Esto cierra la puerta a la segmentación y a la construcción de dos facciones k y va en pos de ampliar las posibilidades y variables para que el votante ponga la boleta azul en la urna.
El objetivo a largo plazo de la interna competitiva es poder marcar la cancha a partir del 10 de diciembre. Si bien ese día el kirchnerismo saca de la Casa Rosada a su máxima figura (resta saber qué lugar va a ocupar), el cúmulo de votos del perdedor pasan a ser capitalizados por ella de manera automática. Siendo más claros, en caso de que Scioli gane la interna (como todo indica) y sea presidente en diciembre, ¿Quién será el vocero de estos doce años? ¿Quién va a marcar el límite? ¿Quién tiene capacidad política y respaldo para influir? ¿Randazzo? Está claro que una interna pareja es lo que más beneficia a la conductora y por eso la fue a buscar.