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Luego del rotundo fracaso cosechado por las entidades sindicales opositoras en el día de ayer, se profundiza la contradicción que habita en la orbita opositora. El efecto UNEN recorre las grietas del paro nacional.
Pablo Micheli declaró: » Moyano esperó demasiado tiempo a la UTA, y se sabía que iba a terminar coqueteando con el gobierno», en un claro pase de factura al camionero. La declaración, además, da cuenta de la real lectura que hacen los protagonistas del paro: el fracaso mismo. La declaración desarticula, al mismo tiempo, el montaje mediático que sobredimensiona el alcance de la medida de fuerza.
La moraleja.
La comparación con la crisis de UNEN circula en mundo político por su similitud y por su valor para la lectura política. Ambas, Pino-Carrio, Moyano- Micheli, son alianzas tácticas para confrontar contra un gobierno nacional que representa un bloque social, que en el más pesimista de los escenarios, representa una primer minoría consolidada y homogénea. Ambas alianzas nacen contra este frente popular, una en el campo político y otra en el gremial. El fracaso y desplante entre aliados evidencia un problema de fondo para el armado político antikichnerista, la falta de un proyecto de pertenencia que pueda ordenar todos los aliados del campo social, gremial y políticos y superar sus contradicciones.
El proyecto empresarial restaurador, les permite uniones tácticas, uniones ANTI, «uniones democráticas», pero no conformar un nuevo frente político, sintetizado en una conducción que cristalice un proyecto político superador. Por eso, al momento de intentar discutir política (unen) y/o hacer política (paro), el paraguas del poder económico no alcanza para abrigar su voluntades y empiezan las fisuras, y surgen los desplantes como antesala de sus rupturas.
El poder económico deberá mejorar la preparación de su frente político, o bien esconder mejor los problemas que tienen para consolidarlo. Hoy, nuevamente, ofrecen más problemas que soluciones a la sociedad, y ésta toma nota.
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