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El 5 de Octubre Brasil atravesará elecciones presidenciales, que en caso de ganar Dilma Roussef respaldarán los últimos 12 años de gobierno del Partido de los Trabajadores, o redefinirá la política interna y externa brasilera si es Marina Silva la ganadora.
En las encuestas, Silva se posicionó como favorita junto a la presidenta luego del accidente que le costó la vida al candidato a presidente por el Partido Socialista Brasilero, al cual ella acompañaría como vice.
Silva no habla de promesas sino de compromisos con los brasileros y tiene como objetivos aumentar las exportaciones y generar mayor flujo de inversiones en una economía que vio una contracción en los meses de mayo y junio y que sorprendió con un salto positivo de 1.5% para el mes julio. Su perfil ecologista, sumado a sus orígenes humildes y de analfabeta hasta los 16 años (datos fuertemente explotados por los medios) la ubica en el debate por el agronegocio en una posición incómoda porque busca minimizar los impactos ambientales de la industria al mismo tiempo que promete elevar las inversiones, desregulizando la economía. Sostiene que es necesario aumentar los presupuestos en educación y salud, sin embargo no ha dicho cuáles serán las fuentes para ello, y ahí es que Roussef cuestiona su política económica por su inconsistencia e indefinición.
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Es una incógnita cómo armaría su gabinete porque su zigzagueo partidario le ha costado compañeros políticos, y no sería una sorpresa que los grupos concentrados de la economía brasilera apuesten a ocupar espacios en su armado para determinar el rumbo de su administración.
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En materia de política exterior quiere un giro hacia Europa y Estados Unidos, manteniendo los vínculos con Asia, en desmedro de la orientación con la región Latinoamericana a la cual afectaría fuertemente por ser el mayor socio comercial del Mercorsur. Este bloque regional no permite tratados de libre comercio firmados unilateralmente por cualquier miembro, sino que deben ser respaldados por la totalidad de sus miembros.
La candidata del PSB es partidaria de un gobierno amplio y abierto “a los mejores de cada partido” lo cual tiene sentido si se analiza su recorrido partidario, ya que del PT como ex ministra de Medio Ambiente de “Lula”, pasó al Partido Verde para luego migrar al PSB. Es una incógnita cómo armaría su gabinete porque su zigzagueo partidario le ha costado compañeros políticos, y no sería una sorpresa que los grupos concentrados de la economía brasilera apuesten a ocupar espacios en su armado para determinar el rumbo de su administración. El banco Itaú respalda a la candidata que tiene buena relación con el capital financiero lo que hace pensar en un “ecologismo neoliberal”.
Lo que suceda en Brasil el próximo 5 de Octubre tiene en vilo a toda la región y es observado por las potencias mundiales con atención por el peso que tiene la séptima economía mundial en las decisiones de esos países.
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