Hoy deja la presidencia de Uruguay José Mujica para cederle la banda a Tabaré Vázquez.
Amado por algunos, odiado por otros, blanco de críticas de todos los sectores. Utilizado como mascarón de proa para realizar golpes por elevación a otros gobernantes por no ser como él.
El Pepe llega al poder visto con resquemor desde los sectores tradicionales, porque el Pepe era un Tupamaro, y con desconfianza de los sectores más radicales, porque el Pepe no es “tan radical” como ellos.
El Pepe se convirtió en blanco de disputa sobre lo que significa su persona. El viejo humilde, que dona su sueldo y vive en una choza. El hombre que, según algunos, no hizo tanto como podría haber hecho.
El Pepe fue desconcertante con sus declaraciones, como un amigo que va de frente, que dice lo que tiene que decir, el Pepe fue solidario con los países latinoamericanos. El Pepe es parte de la histórica lucha de los pueblos. El Pepe es la historia de lucha popular. El Pepe que estuvo varios años encarcelado por la dictadura por ser un revolucionario.
El Pepe, es por sobre todas las cosas un hombre que rescata los valores del humanismo, de un hombre nuevo. Un hombre de su tiempo.
El Pepe, es por sobre todas las cosas un hombre que rescata los valores del humanismo, de un hombre nuevo. Un hombre de su tiempo.
El Pepe es un hombre de la democracia, de valores y de convicción. Al Pepe lo vamos a extrañar.
Alberto Rastelli