[vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_facebook type=»standard»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]
Brasil, la principal economía regional, acabó la pasada década fuertemente respaldada por la prensa internacional como una de las locomotoras del desarrollo de los países emergentes del mundo. Desde entonces, a partir de la crisis del modelo de acumulación especulativa a escala global, se viene registrando un proceso de desaceleración de la inversión. El mundial de fútbol, que se preveía como la corona de la alianza con el capital trasnacionalizado, terminó siendo un pingüe negocio para el Estado brasileño.
En este marco fue fulgurante la postulación de Marina Silva, candidata del Partido Socialista de Brasil (PSB) tras la repentina muerte del anterior titular. Silva hizo hincapié en ofrecer “una vía rápida hacia la renovación que el país necesitaba”, intentando captar el descontento de las últimas movilizaciones de clase media que impusieron agenda pública. En este sentido, algunos analistas encuentran paralelismos con otros procesos en la región como el Frente Renovador de Sergio Massa. En el caso de Silva su receta de carácter indefinido y su exceso pragmático de marketing político alentado por los medios de comunicación parece no estar dando los mejores resultados en las últimas tendencias.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_blockquote type=»type1″]
Dilma Rousseff se mostró muy segura esta mañana al presentarse a votar en las primeras horas de la mañana de Porto Alegre, probablemente relajada tras el cómodo 40% que le dan las últimas encuestas.
[/vc_blockquote][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]
La agenda económica neoliberal de la ex funcionaria del gobierno de Lula, más cercana a EEUU que a Mercosur, sumado a su chocante perfil religioso parece haber desalentado a muchos brasileños. Las encuestas que el pasado viernes le otorgaron un 25% de la intención de voto, lejos de aquel 34% de los primeros sondeos.
Dilma Rousseff se mostró muy segura esta mañana al presentarse a votar en las primeras horas de la mañana de Porto Alegre, probablemente relajada tras el cómodo 40% que le dan las últimas encuestas. Su perfil de mujer dura logró despejar los fantasmas que amenazaban su reelección. Desde aquel 1 de enero de 2011 que recibió la banda presidencial hasta el día de la fecha, la antigua guerrillera acostumbró a los brasileños a ver una mujer decidida, con una fuerte personalidad. Hasta en los momentos más críticos de su gestión, la mandataria se mostró inquebrantable.
La tercera opción expresa la nostalgia de la década de Fernando Henrique Cardoso. La alternativa del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, nieto del ex presidente Tancredo Neves es impulsada por jet-set de Brasil, pero también de los sectores más tradicionales como empresarios y terratenientes. Con un perfil bajo y la promesa de “eficiencia” con la que suelen adornarse los candidatos de derechas, Neves ha sabido capitalizar la confrontación entre Roussef y Silva. El 21% de votos que el viernes le otorgaba la encuesta del instituto Datafolha hace pensar que Neves podría colarse en la segunda vuelta frente a Dilma Rousseff, dejando en evidencia a Marina Silva.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]