Chile: continuidad o ruptura

En marzo de este año, en Chile asumió la presidencia Michelle Bachelet, la primera mujer en estar al mando del poder en la historia de ese país (2006-2010) y que, para su segundo mandato (2014-2018) prometió una serie de reformas estructurales que presuponen un desafío y una esperanza para el pueblo chileno en particular y para América Latina en general.

A diferencia de su primer período en la presidencia, Bachelet llegó al ejecutivo de la mano de una coalición de partidos mucho más amplia, la Nueva Mayoría. El espectro ideológico va desde el Partido Demócrata Cristiano al Partido Comunista. La presidenta afirma que gobernar es articular voluntades, en ese sentido para poder llevar adelante los cambios propuestos debe lidiar con las tensiones típicas que se pueden encontrar en un espacio tan plural.

Son tres los proyectos claves que Bachelet intenta llevar adelante. En primer lugar la reforma educativa, que promete dejar atrás el viejo sistema elitista de la educación privada para ser reemplazada por la educación pública, gratuita y de calidad. De todas las iniciativas, esta es la que parece tener más consenso, por lo cual debería ser aprobada sin mayor dificultad. Desde el nuevo gobierno chileno afirman que si el proyecto llega a buen puerto el Estado deberá aumentar la inversión en materia de educación, de manera que el segundo plan de gobierno será la reforma fiscal que consistirá en que los que más ganan, paguen más impuestos, para de esta forma solventar la inversión. La tercer iniciativa, y la más complicada de llevar adelante es la de sancionar una nueva constitución que reemplace a la actual (herencia de la dictadura genocida de Augusto Pinochet), para lo cual deberá conseguir aliados dentro de la derecha chilena, lo cual no será tarea fácil.

Bachelet tiene la oportunidad de generar los acuerdos necesarios para superar las presiones y de esta forma promover las reformas estructurales necesarias para acabar con la concentración de la riqueza.

El rol que juega Bachelet en la integración Latinoamérica es otro punto clave. Chile, por un lado integra la Alianza del Pacífico, bloque más cercano al gobierno de los Estados Unidos, por otro lado tratará de fortalecer las relaciones con los países de América del Sur, como sostuvo la presidenta alguna vez en una reunión de Unasur: “Unidad en la diversidad”.

Chile es reconocido desde algunos sectores por el consenso de las diferentes fuerzas políticas. Ese consenso es la política económica neoliberal que ha generado grandes desigualdades en la sociedad chilena. Continuidad o ruptura es la disyuntiva que se presenta. Explica Torcuato Di Tella que siempre hay fuerzas que empujan a los gobiernos a ciertas posturas de centro, y que no es una cuestión de convicciones, sino que lo que limita el campo de acción es el poder de las presiones que ejercen los grandes grupos financieros y empresariales, pero que estas presiones no son insuperables. Hoy Bachelet tiene la oportunidad de generar los acuerdos necesarios para superar las presiones y de esta forma promover las reformas estructurales necesarias para acabar con la concentración de la riqueza y promover una economía más justa y equitativa.

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