[vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_facebook type=»standard»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]
Nuevas velas se encienden en nuestra más oscura noche, son las que iluminan los rostros de nuestros desaparecidos, descubriendo el brutal genocidio de la dictadura militar. Con cada nueva ardiente luz también nos recuperamos del criminal golpe. Desenterrándolo para juzgarlo, nos hacemos fuertes para seguir construyendo el futuro.
La justicia se saca la venda una vez más para ver donde tantos quisieron ocultar. Por resolución del Tribunal Federal de La Plata el próximo 25 de noviembre en la ciudad de Junín, más precisamente en las instalaciones de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA), comenzará el juicio oral y público a siete uniformados por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar en el período 1976/83. Se dice que el juicio durará más de dos meses, contando con más de cien testigos. Esto genera expectativa ya que está alcanzando una trascendencia que no se preveía. Estos testimonios son producto del trabajo de militancia de los organismos de Derechos Humanos, además de la propia tarea de la Justicia.
Dichos organismos están intentando además que la Justicia tome también a los civiles, que eran serviles a la dictadura, junto a estos siete que serán procesados. En Junín la dictadura tuvo un militar como intendente y el resto del gabinete era civil. Por eso, se considera que debería juzgarse a éstos personajes que están acusadas de apremios ilegales, desaparición forzada de personas, torturas y otros, imputaciones bastante serias y delicadas.
Entre los siete procesados se encuentra el comisario Edgardo Mastandrea, quien paradójicamente se autopromocionaba en los medios de comunicación como especialista en seguridad urbana, indicaron fuentes judiciales. En la misma resolución, el magistrado incluyó al ex oficial subinspector de Policía Miguel Ángel Almirón, quien estuvo a cargo del Destacamento Morse, ubicado a unos 25 kilómetros de Junín, sitio que también funcionó como centro clandestino de detención; y el ex médico policial Aldo Antonio Chiacchietta, quien controlaba los signos vitales de los prisioneros cuando eran torturados.
Son aquellos signos vitales de algunos detenidos que dormirán eternamente, quienes con su voz silenciada hoy se escuchan reclamando justicia.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_single_image image=»2640″ img_link_target=»_self»][/vc_column][/vc_row]