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Recientemente se divulgaron varios informes acerca de un crecimiento de la clase media en la Argentina a lo largo del período 2003-2014. Entre ellos se encuentra uno elaborado por las Naciones Unidas que afirma que el país redujo en un 14.2% la incidencia de la pobreza, 4% el tamaño de la población vulnerable y logró incrementar en un 17.5% la clase media.
Solo con estos guarismos uno advierte que la evolución fue positiva, sin embargo para dimensionar estos cambios debemos observar una foto del punto de partida y uno del de llegada. Mientras que en el año 2002 había un 25% de pobres, 35.4% de población vulnerable y 36.9% de clase media; para el año 2012 estos guarismos cambiaron radicalmente. Así para el 2012 los pobres se redujeron al 10.8% del total, los vulnerables representaron un 31.4% y la clase media ascendió hasta representar al 54.4% de la población total.
Los resultados fueron tan notables que las Naciones Unidas reconocieron a la Argentina como uno de los países con mayor proporción de su sociedad catalogada como clase media.
Sin embargo, el concepto de clase media resulta insatisfactorio. La sociedad se divide, como decía Perón, entre los que trabajan y los que viven de los que trabajan. Es la llamada distribución funcional del ingreso, que permite identificar qué proporción del ingreso generado anualmente se apropia el capital y el trabajo (masa salarial).
Al observar la evolución de los últimos años se advierte que en el año 2003 los trabajadores se apropiaban del 29.3% de la masa de riqueza nacional generada anualmente. Se había llegado a este punto luego de una continua pauperización de las condiciones laborales, despidos masivos, recesión y ajuste. Mientras que en 1974 este guarismo había llegado al 49.7%, luego de la dictadura cívico militar y la oscura noche neoliberal, la participación de los trabajadores fue reducida en 20 puntos porcentuales.
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La sociedad se divide, como decía Perón, entre los que trabajan y los que viven de los que trabajan. Es la llamada distribución funcional del ingreso, que permite identificar qué proporción del ingreso generado anualmente se apropia el capital y el trabajo (masa salarial).
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Al observar la evolución de los últimos años se advierte que en el año 2003 los trabajadores se apropiaban del 29.3% de la masa de riqueza nacional generada anualmente. Se había llegado a este punto luego de una continua pauperización de las condiciones laborales, despidos masivos, recesión y ajuste. Mientras que en 1974 este guarismo había llegado al 49.7%, luego de la dictadura cívico militar y la oscura noche neoliberal, la participación de los trabajadores fue reducida en 20 puntos porcentuales.
Ese fue el infierno que recibió Néstor Kirchner, un país con más del 50% de la población pobre, el aparato industrial desguazado, la protección social por los pisos, una deuda asfixiante y millones de argentinos sin empleo. No es la idea del artículo repasar las medidas del Gobierno, pero el resultado es notable. Diez años después, la porción del ingreso que se apropian los trabajadores ascendió 22%, alcanzando un máximo histórico del 51.4% del total de la riqueza nacional generada anualmente. Luego de los picos históricos de 1954 y 1974 donde esta participación alcanzó el famoso fifty fifty, hoy nos encontramos nuevamente en ese punto.
Lamentablemente la experiencia histórica marca que luego de estas conquistas sociales, los grandes poderes económicos concentrados toman represalias. En 1955 fue prohibida hasta la marcha peronista, en 1976 asesinaron a 30.000 argentinos y desguazaron el entramado industrial para que no haya más ni industria ni movimiento obrero organizado. Cuando la distribución alcanza máximos históricos, la puja se tensa y la oligarquía no tiene reparos morales. Como decía Evita: “Desde sus guaridas asquerosas atentan contra el pueblo y contra la libertad”. Ya han salido, la inflación, el acopio de las exportaciones y la corrida cambiaria son sus armas económicas, los medios el arma de desmoralización de los trabajadores y desde el exterior, el imperialismo está más ansioso que nunca de demostrar que un camino alternativo al ajuste del FMI y la mera producción de soja es imposible. Griesa presta sus servicios puntualmente.
La Argentina lanza satélites al espacio íntegramente producidos y diseñados en la Argentina, continúa con la distribución del ingreso y combate a la rapiña marginal del sistema financiero internacional. Pero los enemigos del pueblo han salido de sus guaridas, y van a dar batalla.
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