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Dos han sido las estrategias elegidas por el PRO en los últimos meses para el armado nacional que de sustento a la ambición presidencial de Mauricio Macri de cara al 2015. Por un lado, la representada por el ministro de Gobierno Emilio Monzó, que privilegia los acuerdos con referentes locales del radicalismo en cada jurisdicción y por otro, la pregonada fundamentalmente por el inefable Durán Barba, quien abomina de los partidos políticos tradicionales y hace eje en figuras públicas sin vinculación ni participación previa en la política.
Las fotos de Sergio Massa con el senador Gerardo Morales en Jujuy y luego con José Cano en Tucumán, parecen haber inclinado la balanza en favor de la estrategia del gurú ecuatoriano, que no quiere alianzas y prefiere probar suerte con «lo propio»: de este modo, a las fotos de Massa, el PRO opone su book de «selfies».
Curiosamente, la preponderancia de la línea de Duran Barba llega en el momento de su mayor desprestigio profesional, ya que las últimas elecciones en Brasil le jugaron una muy mala pasada. En efecto, quien fuera asesor de Marina Silva en la campaña del 2007, publicó una serie de artículos en el diario Perfil en el que no solo vaticinaba su triunfo frente a Dilma, sino que le recomendaba no debatir sobre ninguna política concreta ya que eso la podía alejar de los votantes (a los que llama muchas veces espectadores) y hacerla parecida a los políticos tradicionales. Incluso un día antes de las elecciones Duran Barba aún escribía: «si Marina llega a la segunda vuelta, cosa muy probable, puede poner en peligro el triunfo de Dilma». Ni estos groseros errores de cálculo ni la fundada denuncia por campaña sucia efectuada por Daniel Filmus o sus declaraciones afirmando que Hitler era «un tipo espectacular» parecen menguar la consideración que a sus consejos asigna Mauricio Macri.
Hay un punto en el que impensadamente confluyen, sin embargo, las estrategias del PRO y la del Frente Renovador: lo nuevo, el futuro, se expresa para ellos en la utilización de drones. Tras la polémica presentación de una flotilla de estos costosos aparatos con fines de vigilancia por parte de Massa, se vivió el viernes un bochornoso episodio en el Aeroparque Jorge Newbery cuando las operaciones debieron interrumpirse por el lapso de media hora por la presencia de dos drones que realizaban tomas aéreas para una publicidad del gobierno porteño.
Se trata de nuevas tecnologías al servicio del marketing político que parecen completar una visión de campaña que cada vez se asienta más en la antipolítica y la más pura lógica empresarial. La fallida experiencia de Marina Silva en Brasil no parece haber significado un toque de atención a estas estrategias ya largamente perimidas.
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