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En una entrevista que el Papa Francisco concedió al diario La Nación, el Sumo Pontífice respondió a las preguntas sobre su llegada a Vaticano y al parecer, también, sobre la situación en Argentina. Se mostró cauto en cuanto al proceso de reforma de la curia señalando que el proceso llevará su tiempo y también se manifestó a favor de las disidencias dentro del clero e insistió en corregir a la periodista cuando lo interrogaba en términos de “limpieza” refiriéndose a los cambios que se promueven.
“-¿La resistencia tiene que ver con la limpieza que usted está haciendo, con la reestructuración interna de la curia romana?
-Considero a las resistencias como puntos de vista distintos, no como cosa sucia.”
Francisco además se encargó de relativizar lo que publican los medios, “Continuamente estoy haciendo declaraciones, dando homilías y eso es magisterio. Eso que está ahí es lo que yo pienso, no lo que los medios dicen que yo pienso. Vaya ahí y lo va a encontrar y está bien claro; «Evangelii Gaudium» es muy clara».
El dato político de la entrevista, sin embargo, fue el que deslizó al sostener que «La Argentina tiene que llegar al término del mandato en paz. Una ruptura del sistema democrático, de la Constitución, en este momento sería un error. Todos tienen que colaborar en eso y elegir luego las nuevas autoridades. Para no interferir con eso, no recibo más a políticos en audiencia privada».
A esta frase hay que saber interpretarla, como deslizó esta mañana el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich en su conferencia de prensa habitual. Está claro que el Papa lo que pone en duda no es la fortaleza y centralidad del Gobierno Nacional para garantizar la gobernabilidad, sino que a lo que apunta es a los sectores que nos tienen acostumbrados a los escenarios de caos cuando el viento no sopla a su favor. Recordemos que Cristina desde que asumió en 2007 enfrentó múltiples y variados intentos desestabilizadores desde el lockout patronal en el año 2008 hasta las corridas bancarias del año 2011. Estas acciones de los grupos económicos concentrados muestran a las claras su imposibilidad de acceder al poder si no es de otra manera que generando caos y miedo en la sociedad, lo llamativo es que la imagen y aprobación de Cristina son altas y no logran corroerla.
En este sentido, parece más propicio pensar las declaraciones del Papa más como una “advertencia” a estos sectores desestabilizadores que como una muestra de debilidad del Gobierno Nacional.
No menos trascendente es su decisión de no recibir a políticos (opositores) para no interferir en el proceso electoral argentino. Bien le gustaría a Massa contar con el “viento de cola” de una bendición papal, en momentos donde los números le dan en baja.
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