Sobre las elecciones en Grecia, reflexión sobre la multipolaridad global y posibles repercusiones en América Latina

 

 

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Mate en mano, diarios en la mesa. El reloj marca las 9.21 de esta mañana de domingo, mientras tanto, en Grecia, ya abrieron las urnas para celebrar los comicios. Entre los 18 partidos candidatos y las cuatro coaliciones a poder formar un nuevo gobierno, el favorito es nada menos que un partido de izquierda, llamado ΣΥΡΙΖΑ (SYRIZA).

Recordemos que desde 2008, cuando en Grecia estalla la crisis, hasta el día de hoy se formaron cinco coaliciones de Gobierno, teniendo en el 2012 dos elecciones seguidas. También es clave entender que 300.000 familias se hallan en por debajo de la línea de pobreza, junto con una contracción del 25% del PIB en menos de cinco años y donde más del 50% de la población considerada joven está desempleada o en paro. A esto sumémosle 200.000 jóvenes emigrados al extranjero, de los cuales representan el 9% de los licenciados universitarios, un incremento de suicidios de un 45% desde 2009 y una deuda de 300.000 millones de euros. Es decir, que los griegos están bastante jodidos.

Lo interesante respecto de estas elecciones a diferencia de las demás, es que se plantean en un contexto que le puede ser favorable a un partido de Izquierda radical como lo es SYRIZA, dado que tiene respaldo de experiencias como Podemos en España, Die Linke en Alemania y Bloco de esquerda en Portugal. Y si bien no respaldo, al menos es una propuesta que se apoya y alinea con la de estos otros partidos a nivel regional y concentran un nuevo tipo de estrategia.

Estas elecciones por demás, pueden resultar ser un catalizador en el cual esta estrategia de esta nueva izquierda en la Eurozona o bien se va a fortalecer permitiendo un posible ascenso en las elecciones generales de España en 2015 y en las legislativas del mismo año en Portugal, a su vez que acentuar el marco de congruencia de acción en el parlamento de la Unión Europea.

O bien va a firmar el retroceso y una retirada regional que le sirva a los partidos más tradicionales de la centroizquierda socialdemócrata (tal como puede ser el PSOE en España) o de una derecha más reaccionaria y ortodoxa (como Alternativa por Alemania -AfD-) para regresar más fortalecida.

Es en este complejo panorama, tanto dentro de Grecia como en lo que respecta a su región, en el que resulta predilecto un partido que plantea medidas como reestructurar la deuda con una quita superior al 50% del valor nominal, y terminar con el poder de la Troika -Comisión de la Unión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo.

Claramente, estos seis años de permanente crisis social e inestabilidad económica, política e institucional llevaron no solo al colapso de las creencias de las clases medias en los partidos de centro izquierda que se plegaban a los dictámenes de la Troika, sino también al surgimiento de una nueva esperanza sobre cómo afrontar el futuro sin estas entidades chupasangre en él.

Así, Alexis Tsipras resalta terminar con las políticas de recortes que impone la troika en pos de recuperar la soberanía nacional, y poder expandir el gasto público y la demanda agregada, planteando así un estatismo inminente.

De todas maneras, no hay que olvidar que la puesta en marcha de las acciones estatales van a depender de la cantidad de respaldos del resto de los partidos que obtenga, que depende a su vez de su resultado en las urnas. De este modo, siendo SYRIZA el preferido, detrás se encuentra Nueva Democracia de Andonis Samarás, que se perfila como partido conservador de centro derecha y alineado con la troika. Disputando el tercer lugar, y por si nos preocupaba el ascenso de las derechas autoritarias, fascistas, islamofóbicas por demás y hasta neonazis, se encuentran Aurora Dorada, por un lado, que como principal plataforma reivindica la salida de Grecia de la Unión Europea y el cese unilateral del pago de la deuda. Y To Potami (El Río), por el otro, con un programa de centro, liberal en lo económico y marcadamente proeuropeo. Este partido puede llegar a brindar apoyo si se respetan las imposiciones -o si se llega a un acuerdo al menos- de la troika.

Por el cuarto lugar corre el KKE (Partido Comunista de Grecia) cuyo posicionamiento antieuropeo lo llevan a evitar el pago de la deuda y a salir de la UE y de la OTAN.

Por último entre los más populares, tenemos el clásico partido de centro-izquierda que sirvió a Syriza de semillero, Pasok (socialdemócrata) que juega como socio menor del Gobierno de Andonis Samarás, y que propone continuar con la línea de la troika tanto como del rescate económico.

Así se abre una línea interesante a explorar en la cual, puede llegar a surgir en el escenario internacional una vía alternativa a la hegemonía del capitalismo financiero, capaz de darle aire a otras estrategias y modelos de desarrollo productivo. Esto se da en un no despreciable mapa global donde sigue habiendo un fortalecimiento de los BRICS -no olvidemos los avances que se dieron en el marco de crear una entidad bancaria autónoma- y un importante avance respecto al crecimiento de la influencia China -especialmente en todo el continente africano, que impulsó el crecimiento y desarrollo de estos países- que comienzan cada vez con más fuerza a disputarle a Estados Unidos el centro unívoco de poder global. Además de gobiernos en América Latina que buscan aire del capitalismo financiero, creando instituciones avocadas a las políticas regionales como Unasur, o fortaleciendo entidades como el Mercosur y su respectivo Parlasur mientras firman tratados que benefician tanto el crecimiento regional como el desarrollo multipolar -como se evidencia en los tratados de préstamo, intercambio, educación y financiación con los gobiernos de Rusia o China.

Si se sabe y sobre todo, si se quiere aprovechar, este escenario permitiría a los gobiernos consolidar una estrategia donde tanto países de Europa como de América Latina puedan despegar del FMI, Banco Central Europeo, Banco Mundial, Club de París y demás organismos que nuclean la especulación financiera y el capitalismo parasitario.

Resulta una oportunidad interesante para iniciar diálogos al otro lado del atlántico tanto con estos nuevos movimientos político-sociales, como con los países africanos que comenzaron a desarrollarse y a crecer cada vez con mayor rapidez. De igual modo que mantener fluidos los diálogos con China y los BRICS, y apostar a una mayor unidad regional para consolidar un modelo de bienestar social que no hipoteque el futuro de nuestros países y sociedades.

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