Un fallo resuelto. El problema, las implicancias y el único desafío.

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El próximo miércoles 30 de Julio el juez norteamericano Thomas Griesa deberá determinar sobre la situación Argentina en el litigio promovido por fondos buitres, en relación a la reestructuración de la deuda Argentina.

El problema

Algunos medios y analistas transitan, para el abordaje de este problema, por la estrategia de negociación de la Argentina, otros por el tipo de consecuencias que tendría un Default, o incluso, en caso de no habilitar el pago de los valores ya depositados, si estaríamos o no en un default. Estos y tantos otros enfoques proponen diversos análisis, pero aquí la propuesta es otra, es abrir o reabrir algunos debates, ya no en relación al contenido del fallo en sí mismo. La pregunta que se ofrece, para este fin, es; ¿Puede un fallo condicionar un proyecto político de un estado nacional? La respuesta es contundente y temeraria: si, puede. Y en consecuencia, ¿Los estados nacionales, son una entidad subordinada al poder jurídico, en este caso, extranjero? La respuesta en este caso también es temeraria, pero no contundente, pues depende. Depende si la decisión del gobierno es soberana o dependiente.

En el caso Argentino esta decisión es previa a este fallo, y también posterior. El juez TG pierde su escaso tiempo, su fallo está resuelto, rige del 2003 al 2015. No hay cambios de época a partir del miércoles, no se juega allí el destino de los argentinos, sea cual sea la resolución. El destino y desafío es el fallo popular que la sociedad Argentina dictará en el 2015, allí nacerá la continuidad histórica de un gobierno soberano, o se reeditarán los gobiernos de dependencia, necesarios para los Thomas Griesa.

De insistir el fallo, desde la mirada soberana siempre habrá opciones, las cuales nunca contemplarán entregar 120 mil millones de dólares. Quizás, solo como variante de ejemplo, iniciar una nueva negociación, con legislación nacional, y con cláusula colectiva, donde con el 85 % de adhesión alcanzaría para incluir a todos los bonistas.

Si se admite que la diferencia para que un fallo logre o no condenar el presente y el futuro de una nación, radica en la condición de su gobierno, en tanto éste se constituya en su legitimidad de origen como dependiente o soberano, cabe indagar entonces sobre quién depende el primero, pues el segundo ya sabemos.

En aquellos años 90, la ideología que “había muerto”, tuvo un mediatizado funeral, donde la mayoría de las naciones del llamado del tercer mundo asistimos. Pero a su entierro se sumó un finado indocumentado, sepultado en el mismo acto, pero con menos propaganda. El imperialismo también había muerto, en aquella globalización no “existían” ya los imperios. Durante décadas hablar de imperios era anacrónico. El funeral del fin de la ideología, en Argentina, acabó en el 2001. Volvió la ideología, pero cuesta instaurar como variables de los debates nacionales, aún hoy, la cuestión del imperialismo, el ex difunto sigue caminando un tanto desapercibido.

Entonces, ¿de quién dependen los gobiernos dependientes?

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Esta dominación cambió sus formas, pero cercenar la voluntad popular de las naciones sigue siendo un acto de dominación imperial.

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Si la soberanía es la voluntad de un pueblo erigido en nación, todo gobierno que no responda a esa soberanía, estará respondiendo a otra voluntad. Pero acaso, a modo de consulta, una voluntad (sea de un pueblo o de lo que fuese) que se constituya como gobierno en una nación que no es propia ¿no es acaso una muestra cabal de un acto imperial?

La dominación de naciones es y será siempre una acción imperial, ni anacrónico ni revanchista, simplemente realista. Puede resultar anacrónico, hasta su fonética, pero resulta evidente. Esta dominación cambió sus formas, pero cercenar la voluntad popular de las naciones sigue siendo un acto de dominación imperial. Es tiempo, y sin temor intelectual progresista, de incorporar este condicionante al debate. No hay gobiernos dependientes, sin imperialismos.

Para despejar la trampa anacrónica la propuesta está en nominar siete dispositivos que nos permitan visualizar la vigencia de este tema, para que luego el lector por su cuenta, pueda relacionar cada uno de estos elementos con la disputa política global que encara la Argentina, cristalizada en el caso del juez TG, y con la disputa política local de cara al 2015.

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Sin embargo este nuevo orden, conserva para muchas naciones y pueblos del mundo, una condición permanente en su historia; la dependencia.

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El desafío. Entre el mundo, sus plagas, el juez y el 2015.

Asistimos a un periodo histórico sin paradigmas revolucionarios universales, pero también sin paradigmas liberales hegemónicos, aunque sí monopólicos. La configuración geopolítica se dispone, por tanto, en un mundo multipolar que transita un periodo sintetizado por un “continuo desorden estable”, que al mismo tiempo opera como un nuevo orden mundial en reconfiguración.

Sin embargo este nuevo orden, conserva para muchas naciones y pueblos del mundo, una condición permanente en su historia; la dependencia. Algunos pueblos aceptan esta condición y otros, constituyen gobiernos soberanos de independencia.

La dependencia, por tanto, no es más que la expresión de un tipo de imperialismo. Sin imperialismo no hay dependencia, puesto que en la concepción moderna de los derechos humanos, los hombres y mujeres del mundo son libres, y por decantación también sus pueblos y naciones.

Hoy convivimos con un imperialismo inmanente, pero evidente. Existen campos de acción que evidencian este dominio. Aquí mencionaremos siete elementos, donde luego el lector podrá ubicar, si le asisten ganas, a cada uno de ellos en el caso de la Argentina, y su relación y posición de cara al conflicto con el juez TG y con los tipos de proyectos y gobiernos en disputa de cara al 2015. Ubicar a cada uno es sencillo y rápido, pero también interesante y elocuente.

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El desafío para la Argentina no será el fallo de este miércoles, a este fallo ya le ganamos desde el 2003, el desafío es ganar en el 2015.

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Las seis plagas.

El propio desarrollo del sistema Capitalista, desde Lenin lo sabemos, contempla en su dinámica la superación del libre cambio por el monopolio (1), con ganancias extraordinarias, que constituyen una parte importante de las condiciones previas a la proliferación de un capital financiero improductivo (2), este es en sí, plusvalor circulante no reinvertido en la producción, generadora de trabajo y de valor, acorde a las necesidades de la mayoría de los hombres y mujeres del mundo. El tercero, en consecuencia, son la empresas (3) trasnacionales y multinacionales resultantes, de operación mixta (financiera y productiva), también presente en el escenario local y beneficiarias de todo modelo. Esto se articula con dos elementos más. La (4) dominación cultural neoliberal (que incluye sobre todo a los medios de comunicación, entre otros dispositivos). Estos elementos se articulan, además, con las particularidades de las oligarquías locales (5), organizados en sus grupos económicos locales, concentrados y coordinados además vía corporaciones. En la consigna “democracia o corporación”, subyacen todos estos elementos. Por último, existe un polo integrador-garante, un super desarrollado y asimétrico complejo militar-industrial bélico (6), que se impone como el garante de un sistema de dominación. Un orden de dominación de escala mundial, con proyecciones para la región y para las naciones con gobiernos de dependencia. El dólar como patrón de cambio, podría arriesgarse, está sustentado hoy más que nuca sobre este último factor.

El sistema financiero fue el factor dominante de la dominación neoliberal, factor que hoy se resiste a perder su liderazgo frente a naciones que ensayan proyectos de desarrollo nacional y de industrialización. En el caso Argentino, el capital productivo, asiste a una puja local por la distribución, lo que hoy permiten las condiciones para una alianza estratégica del capital productivo local con el financiero internacional, reeditando una alianza antipopular de cara al 2015. Esto en un marco multipolar donde las naciones emergentes ensayan nuevos sistemas productivos y financieros acordes a un nuevo mundo. El fallo de TG a favor del sistema financiero anarcocapitalista, ordena todo el resto de los factores en contra de la Argentina, tanto a nivel interno como externo, pues esta nación ha optado por un gobierno soberano y no de dependencia.

Basta un repaso rápido de estos siete factores de poder en su escala local para ver cómo se ordenaron en relación al conflicto con TG y los buitres, para visualizar desde allí la conformación de un nuevo bloque de poder que intentan sumar a la Argentina en el 2015 a la lista de los gobiernos de dependencia. Con la dependencia a estos factores hay revalorización financiera, pero también distribución negativa del ingreso y exportaciones de ganancias extraordinarias.

El desafío para la Argentina no será el fallo de este miércoles, a este fallo ya le ganamos desde el 2003, el desafío es ganar en el 2015.

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