El domingo 5 de octubre los brasileños tienen cita con las urnas para elegir al próximo presidente. La irrupción de Marina Silva -tras la trágica muerte del candidato Eduardo Campos- sacudió el panorama electoral. Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores se juegan a todo o nada por la continuidad del modelo.
Brasil tendrá la primera de las tres elecciones que se llevarán a cabo en la región en el mes de octubre –luego vendrán las de Bolivia y Uruguay respectivamente- pero esta es quizás la más importante de todas, si se toma en cuenta la relevancia que tiene Brasil en América Latina y lo que se juega en esta elección.
Dilma Rousseff (PT) irá por la reelección para dar continuidad al proceso que inició Lula Da Silva en el año 2002. Modelo que se destaca en lo económico por haber mantenido un crecimiento sostenido del PBI, que permitió entre otras cosas llevar adelante una política social de inclusión con planes como Bolsa Familia, dando como resultado que 13 millones de familias hayan salido de la pobreza extrema. En ese sentido -entre 2002 y 2012- 37 millones de brasileños ascendieron a la clase media. En cuanto a política exterior, Brasil ha tenido un rol determinante en la región, obstaculizando el Alca y apoyando los procesos de integración regional junto a Hugo Chávez y Néstor Kirchner.
El domingo una vez más se pone a prueba la legitimidad de los gobiernos populares de Latinoamérica, en una elección clave para Brasil y la región, sólo queda esperar los resultados.
Por el Partido Socialista Brasileño es Marina Silva quien tomó la posta de la candidatura luego del accidente que se cobró la vida de Eduardo Campos. Marina se presenta como la candidata de “dejar lo bueno, quitar lo malo”, lo que nos lleva a preguntarnos qué es lo que hay que dejar y qué hay que sacar. En cuanto a política exterior Marina plantea un viraje hacia Europa y Estados Unidos, en cuanto a lo económico se propone un programa de corte neoliberal para atraer más inversiones.
La aparición de Marina Silva en un primer momento tuvo un buen recibimiento en el electorado subiendo varios puntos en la intención de voto. Sin embargo, luego de los debates televisivos y con el correr de los días, la intención de voto cayó, dejando a Marina Silva muy cerca de Aécio Neves (PSDB), el tercero en cuestión. En ese marco, la última encuesta realizada da una victoria de Dilma con el 40% de los votos, dejando a Marina en el segundo lugar con 24% y Aécio en tercero con 21% de intención de voto. Recordemos que para ser electo presidente según el sistema electoral brasileño se requiere una mayoría absoluta -la mitad más uno de los votos emitidos-, es decir que Brasil se encamina a una probable segunda vuelta entre Dilma y Marina.
El domingo una vez más se pone a prueba la legitimidad de los gobiernos populares de Latinoamérica, en una elección clave para Brasil y la región, sólo queda esperar los resultados.