Los temporales que no suspenden ni a la Democracia ni al kirchnerismo

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“La democracia no se suspende por mal tiempo” fue la primer oración con la que Cristina Fernández de Kirchner comenzó su discurso por cadena nacional. Oración que generó el fervoroso aplauso de los que estaban dentro de la Casa Rosada y de una colmada Plaza de Mayo que resistió el temporal. Lo cierto es que la presidenta no estaba equivocada. El pueblo no dimitió en su afán de esperar en la mítica Plaza las palabras de la primer mandataria. La fiesta de la Democracia y los Derechos Humanos siguió en pie, muy a pesar de la lluvia.

Casi como un signo de los tiempos del kirchnerismo, ni un temporal pudo disipar las ganas de permanecer en la Plaza para festejar 31 años de democracia.

Pero lo interesante que nos deja la impiadosa lluvia, de gotas grandes y de prolongada constancia, y la perseverancia de quienes resistieron en la Plaza porque ningún temporal iba a apagar las ganas de festejar, es la metáfora que encierra la historia del kirchnerismo. El pueblo convocado en la Plaza de Mayo aguantó la fuerte lluvia porque las ganas de festejar eran mucho más grandes y fuertes. Marca de agua del kirchnerismo que supo resistir todos y cada uno de los embates del establishment mediático-económico. La Plaza del “Fin de ciclo” se quedó. Los agoreros del “fin del kirchnerismo” hace más de 10 años que se muerden la lengua. Inclusive, luego de los temporales más calamitosos, el kirchnerismo no sólamente resitió, sino que fue por más. Algo que reconocen, off the record por supuesto, hasta los opositores. Probablemente con algo de envidia del coraje político con el que se han afrontado los temporales.

Pero la Plaza esperó a la presidenta. Algunos con más suerte, pudieron escucharla dentro de Casa Rosada. Otros, aún mojados, la veían atentos desde las pantallas dispuestas a los costados del escenario.

“Aunque me electrocute, yo voy a salir” dijo Cristina y cumplió. Otra marca registrada del kirchnerismo de cumplir promesas de cara al pueblo y cueste lo que cueste.

No es el objeto de esta nota resumir el discurso de la presidenta. La realidad es que la contundencia de todas y cada una de las palabras del discurso no pueden ser sometidas a un injusto resumen periodístico. Pero, una vez más, Cristina Fernández de Kirchner marcó el rumbo político, fue coloquial y pedagógica para hacer explícitos a los grandes traidores de la patria, exigió a la oposición que transparenten su proyecto político y que no engañen al pueblo argentino. Fue una maquinaria de títulos, con esa capacidad de oratoria que enorgullece a muchos y preocupa a algunos otros.

El temporal no pudo disipar al pueblo de la Plaza de Mayo. Los temporales mediático-económicos que resistió el kirchnerismo no lograron disipar el proyecto político que, en palabras de su conducción política, tiene aún mucha vitalidad.

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