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Todo en la vida de Carrió dura poco. Palidece el republicanismo ante una dirigente que ha estado abrazada a una banca de diputados en 18 de los últimos 20 años. Ni aquel Cristo gigante resistió en su pecho.
En estos días, una vez más, Lilita Carrió fue noticia por quebrar una alianza política al dejar el espacio variopinto UNEN. Hace meses la chaqueña venía coqueteando con el PRO y presionando para un acuerdo con el líder de la derecha, Mauricio Macri.
Frente a la negativa de sus compañeros de frente, Lilita pegó finalmente el portazo en un nuevo capítulo de su historial de rupturas políticas. Se la recordará por sus encendidos discursos progresistas al iniciar el nuevo milenio cuando huía del naufragio de la Alianza. Iniciaba una carrera signada por la declamación anticorrupción y elogios de la república de la mano de su crucifijo.
En el camino Carrió conformó el ARI para destruir sus fundamentos luego del 2007, en que comienza un viraje sin retorno hacia la derecha. Mientras levantaba el dedo acusador, iba de a poco abandonando el crucifijo por una blonda cabellera y un calculado bronceado que hacía del verano la única estación del año. En aquel momento el ARI sufre una importante ruptura, el entonces diputado Eduardo Macaluse enfrenta a Lilita por su apoyo a la patronal agraria. Se crea la Coalición Cívica para efectivizar la reconversión de Carrió que abandonaba sus devaneos de izquierda para buscar el engrosamiento de sus filas involucrando al republicanismo de derecha. Carrió había tomado nota del resultado en capital cuando Mauricio Macri, con un discurso vacío y sobrecargado de marketing obtenía su primer triunfo.
En 2009 fue el turno de conformar el Acuerdo Cívico y Social, primer experimento de rejunte de partidos tradicionales atomizados pero que habían encontrado algún equilibrio en lo que se dio a conocer como grupo A. En aquel entonces algunos dirigentes de “izquierda”, como Pino Solanas y Humberto Tumini, comenzaban una estrategia inentendible de ruptura total con el kirchnerismo para abrazar en lo sucesivo a un vetusto radicalismo que se posicionaba a la cabeza de un frente que no era tal. Carrió dejaba el ACyS denunciando un nuevo pacto de Olivos mientras su hasta el momento compañeros de bancada cumplían con su obligación anual de votar algo tan elemental para una república como el presupuesto. El problema es que se venían las primarias y Lilita quería llegar primera para negociar. Le falló el cálculo, terminó haciendo una elección desastrosa y recluyéndose en Punta del Este.
En los últimos años Carrió, que venía de un coqueteo con Pino Solanas termina por convencerlo y regresa a la escena política. Junto a Pino, otro encendido y pirotécnico orador, Carrió parecía haber encontrado un nuevo lugar en la política.
UNEN se presenta a elecciones en 2013 como una fuerza “progresista” de la Ciudad de Buenos Aires y obtiene buenos resultados. Carrió gana las PASO junto a Solanas y se mantiene en su banca tras las elecciones generales.
Llegado el momento de nacionalizar la fuerza, se crea FAUNEN pero las cosas ya no son tan sencillas. Es que Lilita se desespera al ver las encuestas. No miden. Para peor su archienemiga Cristina Fernández de Kirchner parece no ceder en cuanto a su aprobación popular tras 7 años de gobierno sumados a los 4 cuatro que ya había gobernado Néstor.
Lilita observa con desazón que los candidatos del peronismo Daniel Scioli y Sergio Massa aparecen a la cabeza de la disputa electoral. Peor aún Scioli, el candidato más firme que tiene hoy el FPV, parece haberle sacado varios puntos de ventaja a Massa al haber cerrado filas.
El antiperonismo de Lilita la lleva a ilusionarse con el único candidato que queda, y tiene grabado en la retina aquel 2005 en que Macri le ganaba ampliamente viniendo de la nada. Sabe que perdió su lugar pero quiere sobrevivir, por eso abandonó esta vez FAUNEN, rompiendo por derecha, si es que hay algo a la derecha de FAUNEN. Quizás Mauricio le tire un colchón.
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