Para la carroña, todo da igual

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El comportamiento de los fondos buitres a nivel global es el mismo, localizar cualquier tipo de vulnerabilidad financiera de alguna institución para desguazarla y materializar en este remate rentabilidades extraordinarias.

Aquel mero espectador neutral, que no se siente tocado por este espectáculo sanguinario e injusto de cómo unos pocos inversionistas que concentran miles de millones de dólares se lanzan a la cacería debe entender que los buitres no distinguen entre países, pueblos o empresas. Da todo igual, todo sea por maximizar la ganancia y convalidar el sistema de especulación financiera a nivel global.

Los fondos buitre operan siguiendo una lógica común: compran deuda de países o empresas en situación de default  a precios bajísimos y luego intentan cobrar el 100% del valor nominal por el camino de la judicialización, apelando al lobby y siendo inflexibles en las negociaciones. Ante la imposibilidad del pago, proceden a tomar el control de las empresas, siendo el desguace de sus activos una opción no descartada, y en el caso de las naciones soberanas obligándolas a implementar fortísimos ajustes para realizar los pagos que mandan a la pobreza y el desempleo a millones de personas.

Al respecto conviene graficar con dos casos puntuales, ambos recientes y con un impacto mediático menor en nuestro país. Los fondos Elliot y Gramercy y GSO Capital (dos de los buitres que acechan la reestructuración de la deuda argentina) intentan hacerse del control de Codere, una de las empresas de juego más grande de Europa. Los buitres rechazan las negociaciones y a cambio quieren quedarse con el 96.8% de la firma. El espejo con la situación argentina es sorprendente. La deuda original no fue de Codere con estos fondos, sino que estos compraron los títulos en mora a bancos hace 5 meses y ahora, vía judicial, exigen el pago al 100% o a cambio pretenden quedarse con el control total de la empresa.

El otro caso similar es increíblemente una ciudad de EEUU. Detroit declaró el default, sin embargo el camino elegido fue el extremo opuesto a nuestro país. En vez de reestructurar su deuda garantizando la inclusión social y la máxima de que para poder pagar hay que poder crecer, el distrito norteamericano eligió el camino del ajuste, la exclusión, la expulsión de sus ciudadanos y las privatizaciones de los bienes públicos para garantizar los pagos de deuda. La ciudad que fue considerada una “perla industrial” hoy se hunde en deudas y el desempleo.

La Argentina, en contraposición a estos dos casos, debe continuar negociando con la frente en alto, defendiendo con todas las armas a disposición la soberanía nacional y sabiendo que la historia mundial ha elegido a nuestro país para que sea un paradigma a nivel global. Los buitres son una amenaza para todo el sistema económico mundial. La Argentina, en soledad, ha sido llamada a recorrer este camino doloroso, pero heroico, con la convicción de que el hambre y la pobreza solo pueden eliminarse a nivel global subordinando la especulación y la usura a la producción.

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