A partir de las 8 de la mañana quedaron habilitadas las mesas para que casi 143 millones de brasileños elijan a sus representantes. En la elección además de elegirse presidente y vicepresidente, se votan, 27 gobernadores, 27 senadores, 513 diputados federales y 1059 diputados estatales.
El voto es obligatorio a partir de los 18 años, y optativo de 16 a 17 y después de los 70. Se espera que lo comicios transcurran con normalidad y con una gran afluencia de electores, que en Brasil ronda por el 80% en las últimas elecciones. Mientras tanto, los candidatos aguardarán en sus bunkers a la espera de los primeros resultados, se prevé que estos serán brindados por el Tribunal Supremo Electoral cerca del anochecer.
Los Estados claves en esta elección son San Pablo, Minas Gerais, Rio de Janeiro, Bahía y Rio Grande do Sul, no sólo por ser los que más electores aportan, sino también por el peso que tienen históricamente las gobernaciones a la hora de definir la política nacional.
Por otro lado, el foco de atención va a estar puesto en el noreste del país, donde se encuentra la base electoral más solida del Partido de los Trabajadores. En ese sentido, Marina Silva a intentado disputarle esa base al PT, utilizando estratégicamente una lógica de «espejo» -similar a la que utiliza Henrique Capriles en Venezuela y Sergio Massa en Argentina- que consiste en hacer oposición pero tratando de mimetizarse de cierto modo con algunas políticas oficiales.
Sin embargo, la favorita en la encuestas sigue la candidata a la reelección, Dilma Rousseff, aunque se espera que no llegue con la cantidad de votos necesarios para evitar una segunda vuelta. En caso de ser necesario un ballotage, la fecha será el 26 de octubre.