Unasur: un paso adelante en la integración regional

El jueves se inauguró en Quito la nueva sede del organismo internacional que lleva el nombre de Néstor Kirchner, en homenaje al primer secretario general de la Unasur. El desafío de las naciones latinoamericanas es que este hecho no sea solamente un “edificio nuevo”, sino que debe ser un relanzamiento de la integración regional.

Haciendo un poco de historia, la década de los noventa en América Latina estuvo marcada por procesos de reformas neoliberales, dirigidos por las elites locales, y que han llevado a consecuencias económicas, políticas y sociales que terminaron estallando a principios del nuevo siglo. En este sentido, los sectores populares fueron los más perjudicados por estas recetas que tenían su origen en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Este denominador común tuvo como rasgos principales la apertura a los mercados internacionales, privatizaciones de empresas estatales, y el recorte del gasto público. En ese contexto, como saldo, quedaron desarticuladas las industrias nacionales, golpeando fuertemente a los sectores populares, debido al aumento del desempleo, la pobreza e indigencia. En ese momento, la soberanía nacional estaba entregada, las “relaciones carnales” con los Estados Unidos eran prioridad para los gobiernos, y la unidad latinoamericana era inexistente.

En el año 1999, Hugo Chávez asumía la presidencia en Venezuela, le siguió Lula da Silva en Brasil en el año 2002 y Néstor Kirchner en Argentina en 2003. Los tres líderes latinoamericanos fueron la punta de lanza para desarrollar un nuevo tipo de integración regional. En ese sentido, el “no al ALCA” marca el punto de inflexión en el continente. Luego de años de hegemonía neoliberal, surgieron nuevos gobiernos populares que priorizaron los intereses soberanos antes que las imposiciones de los Estados Unidos.

La cumbre de la Unasur significa un nuevo paso hacia adelante en la construcción de un bloque regional fuerte, independiente y soberano.

Posteriormente se inició un proceso de integración regional inédito en nuestra historia, abandonando viejas lógicas de enfrentamientos, y donde se da a lugar a nuevas formas de cooperación en distintas áreas. Donde se resalta la voluntad de hermanarse en un nuevo camino en conjunto con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Sin embargo, la sorpresiva muerte de Kirchner en 2010, y de Hugo Chávez en 2013 fueron un golpe a la ilusión del sueño integracionista latinoamericano. A partir de estos momentos, la integración regional tuvo cierta merma. En ese marco, cada país tuvo que lidiar con sus problemas dejando de lado la cuestión continental –sin que esto quiera decir que se haya abandonado totalmente–.

La cumbre de la Unasur significa un nuevo paso hacia adelante en la construcción de un bloque regional fuerte, independiente y soberano. El presidente ecuatoriano Rafael Correa afirmó que comienza una “integración sudamericana irreversible», y que “Unasur constituye una alianza por la vida y por una sociedad justa». El desafío está planteado, Latinoamérica avanza.

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